2006/08/02

Israel


Supongo que a estas alturas todos consideramos que la retención de los soldados israelíes por parte de las milicias palestinas o libanesas son una mera disculpa para los gobernantes de Israel. Estamos, por si alguien tiene alguna duda en una guerra, que camuflada en “la guerra total contra los terroristas” busca simplemente la supremacía del estado sionista sobre sus vecinos árabes.

Sigue a ser una guerra de conquista, colonial. Un Gran Israel que intenta obligar a un nuevo trazado territorial y político para todo el próximo y medio oriente, en la línea del Gran Oriente ideada por la ultraderecha americana, para mantener el colonialismo y el control de las grandes reservas de petróleo y gas.

El asunto es saber hasta cuándo aguantaremos los europeos que Israel y los EEUU sigan a incendiar nuestro “patio trasero”. ¿Esperaremos a que esta mecha prendida llegue a nuestro interior, a nuestras ciudades? ¿Estamos dispuestos a que la nueva fase de lucha por la descolonización del mundo árabe, al margen de su actual ropaje fundamentalista se libre en la vieja Europa?

Porque si nuestros conciudadanos de origen musulmán siguen marginados de la vida social, del empleo, de la igualdad, y para más inri aumentamos, aunque sea por pasividad o complicidad, la humillación a los países de sus abuelos. Si nuestros estados europeos no sienten respeto por sus pueblos, si en vez de impulsar la Alianza de Civilizaciones seguimos con políticas coloniales, ¿cuándo tiempo tardarán, muchos de estos nuestros compatriotas, en participar desde nuestro corazón, desde nuestros barrios contra la impunidad israelí y sus aliados y gobernantes nuestros?

La Unión Europea debe poner orden en su casa y sus aledaños, aunque sea por egoísmo propio. Hay que mandar tropas, pero no para hacerle el trabajo sucio a Israel en el Líbano, sino para proteger a las poblaciones árabes de los ataques de las tropas judías; para recuperar las Instituciones de Palestina y del Líbano; para levantar simplemente un futuro (con dignidad).

No llega con neutralizar a Hezbolá y a las diversas milicias libanesas o palestinas. Hay que ir al origen del conflicto: Obligar a Israel a cumplir con las leyes, las resoluciones internacionales y los derechos humanos, a que vuelva a las fronteras legalizadas por la ONU, de 1947. Obligarle a liberar a los presos políticos, a las mujeres y menores palestinos retenidos extrajudicialmente. A respetar, de verdad, la existencia de un Estado Palestino independiente. Sin esto, todo lo demás es perder el tiempo.

Que nadie pretenda equiparar a los dos bandos en conflicto. Los argumentos de Israel y sus amigos son de mal pagador. Cuando mencionan lo que acontece en sus ciudades, rechazando claramente estos métodos, hay que tener claro que esto es consecuencia de la política de Israel. No se puede igualar a los verdugos con sus víctimas, aunque una parte de ellas utilicen la violencia, nunca equiparable a la del todopoderoso ejército de Israel.

Reconozco que “sufro de palestinidad”. Que no soy neutral. ¿Cómo ser neutral ante la barbarie y el genocidio? ¿Cómo ser neutral en un mundo globalizado dónde todos participamos o padecemos las políticas inhumanas? ¿Cómo ser neutral ante sesenta años de tierra prometida y personas humilladas, quemadas, aniquiladas, expulsadas? ¿Cómo ser neutral a la reedición en el Muro de Israel de los campos de concentración? ¿Cómo ser neutral…?

Una pregunta final a los ciudadanos de Israel: ¿Murieron los judíos en los campos nazis para que sus nietos reeditaran la barbarie en los pueblos árabes? Vergüenza.

En cualquier caso, Europa ya no está en deuda con ellos… y sí con los pueblos árabes.

Traducido del gallego y publicado en el Diario de Ferrol (1 agosto 2006).

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